Tuesday, September 27, 2011

Pasado

¿En dónde están tus ojos, señor? ¿Dónde tus manos?
¿Dónde la risa franca que te hacía temblar?
¿En dónde están tus hijos? ¿Tus padres? ¿Tus hermanos?
¿Por qué los viejos bosques se hundieron en el mar?

¿Por qué tiemblan los niños y sangran los ancianos?
¿Por qué lloran las madres que ya no aguantan más?
¿Por qué las ilusiones se diluyen en vanos
sacrilegios inútiles contra la sociedad?

Donde ayer hubo fuentes sólo quedan pantanos.
Las verdades profundas se ocultan en arcanos.
Los niños que olvidamos ya no renacerán.

Las palabras se quiebran, y es una maravilla
ver que se cristalizan, ver la noche que brilla,
sentir olor de bosques en en fondo del mar.

Juan Andrés Alzate


Comentario: comenzaba la década de los noventa. Medellín hervía. Pablo Escóbar se había escapado de la Cárcel de la Catedral. La ciudad estaba atemorizada. Cada noche nos encerrábamos en las casas a esperar las explosiones, que comenzaban a eso de las ocho de la noche, cuando no los tiroteos al frente de las casas. Los helicópteros volaban en la oscuridad a la búsqueda del fugitivo. Las amenazas llovían de todos lados y contra todos.

Fue en esa época cuando el llanto de una madre que ya no aguantaba más me inspiró a escribir este soneto, que comienza con la desolación de un viejo en el cual todos estamos representados. Un viejo que se enlaza con el pasado y el futuro a través de sus padres y sus hijos, las generaciones que pasaron y las que vienen. Un viejo al que le preguntamos qué pasó, por qué todo se fue a pique y por qué todo lo que tratamos de hacer no pasa de ser una vana ilusión.

En aquellos días ser joven, y en especial ser varón y ser joven, era sinónimo de ser un sospechoso. Nunca olvido al policía que me detuvo para requisarme mientras trataba de cruzar una calle y un circular venía directo hacia mí. Mi crimen era tener cabello largo y vestir con chaqueta de bluyín. El policía se "timbró" cuando sintió algo duro en el bolsillo de mi chaqueta. Preguntó alarmado qué tenía ahí, y yo del susto ni me acordaba. Era un marcador.

Tampoco olvido los guardias de seguridad que me detuvieron a la salida del Cafetero bajo la suposición de que había robado una cajita de marcadores de colores que llevaba en la mano. La había comprado allá mismo una semana antes, y por el sólo hecho de haber estado en el almacén ese día sin comprar nada, me armaron un escándalo cuando me subía a la buseta y me hicieron bajar como si fuera un ladrón, para llevarme a la oficina de seguridad. Allá comprobaron que los marcadores estaban usados. No tenían nada en mi contra, excepto que me gustaba ir a ese almacén con mi novia en las tardes de ocio.

Mucha gente murió en aquella época. El muchacho que vendía chicles en la esquina de la Playa con Córdoba -apuñalado, el que cuidaba y lavaba carros en la misma cuadra -también apuñalado. Un anónimo caminante abaleado al frente de Bellas Artes. La violencia iba permeando la zona de Boston y el Centro. Pablo Escobar pagaba por policía muerto. Se acuñó la palabra "desechable".

Es increíble el grado de despersonalización que se puede alcanzar. A ratos se olvida que cada muerto fue el hijo de alguien, el nieto de alguien. Los niños que olvidamos ya no renacerán.

Todavía no acabamos de pagar las consecuencias. Ese no fue ni el principio ni el final de nuestra violencia. ¿Qué más quisieramos que no hubieran más armas en Medellín, que no hubieran más muertos, conocidos o anónimos? Cada vida es irrepetible, cada muchacho es único.

Nadie debería morir violentamente. Nadie debería levantar un arma contra otra persona. Negarle al otro su derecho a existir y ser individual es aceptar que alguien más nos niegue nuestro propio derecho a existir y ser quienes somos. Lo que se toma por la fuerza se pierde por la fuerza.

Pero el poema acaba en una nota de esperanza. Siempre queda un brillo en la oscuridad. Siempre queda el aroma de los viejos bosques, incluso después de que se hundieron en el mar.

ps: Al transcribir mi poema no pude evitar la tentación de editarlo un poco para decantar el estilo y eliminar el artificio.

1 comment:

  1. Que días, quedan tus poemas y mi música...si pudiese hacerte llegar todo el material. Habla sobre el vendedor de perros que quedo hecho pedazos en el roundpoint de don quijote. Del amigo que ametrallaron por intentar rescatar una señora de unos vendedores de drogas. De aquel ayudante del taller de los computadores, ajusticiado de un tiro en la cabeza...del admirador de Tron que se colgó del dintel de la puerta por desesperación...o de "Mi rey", dueño de un barcito abajo de brincos a quien encontré apuñaleado mientras en la setenta celebraban uno de esos tantos triunfos de "nacional". En fin, el pasado 22 de septiembre calce otra vez mis botas de rockero y con la nueva versión de Tron, me subí al escenario. Fue un momento memorable volver a tener control de temas como “Voy cayendo” y “destructo”. Lo mejor de todo fue el mirar de las personas que pasaban y se quedaban…

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